Ahora que al fin te fuiste me he dado cuenta de muchas cosas.
Por ejemplo, de que hacía mucho que ya no estabas, aunque nos empeñásemos en fingir. También he comprendido que tal vez dejé de quererte hace mucho, justo cuando dejamos de ser nosotros, tal vez estaba enganchada al dolor que provocabas y no a ti. Tal vez me acostumbré a decir te quiero y ya ni siquiera lo sentía.
Me he dado cuenta ahora, cuando ya no estás y ni si quiera me siento sola sin ti. Por eso ya no dueles. No sabes lo mucho que has tenido que sangrar para que ahora pueda decir esto, que la herida está cerrada.
Has dolido,
como nadie,
como nunca pensé
que nadie pudiese dolerme,
pero ahora estoy bien,
y por eso puedo decirte
que gracias a tu ausencia,
he conocido a una persona
que me quiere,
que me entiende
y que valora todo
lo que tú
no has sabido valorar.
Y esa persona soy yo.
Te he perdido y
me he encontrado.
Has merecido la pena
sólo por eso.
Esta vez
soy yo la que se despide,
la que dice adiós,
y yo no soy como tú,
a mi me cuesta más
irme de un lugar,
pero si me voy
no me volverás a ver.
Pero todo cambia si cambias tú, y cambiaste. O tal vez fui yo que nunca te conocí o nunca quise ver esa parte de ti.
Tal vez fue eso, no hay más ciego que el que está enamorado.
Sea como sea, aquí estamos, al borde de una despedida, de la última despedida. De un adiós que tal vez llega demasiado tarde.
Demasiado daño.
Ojalá te hubieses ido antes, justo antes de partirme en dos.
Pero gracias a eso, ahora no dueles.
Has hecho tanto daño antes de irte, que ahora sólo queda paz. La paz de haber puesto todo de mi parte, de saber que hice todo por que esto saliese bien.
Pero a ti no se te dan bien los finales felices.
Hiciste tanto ruido antes de marcharte, que ahora adoro este silencio que has dejado.
Ojalá sigas haciendo todo del revés, así será todo mucho más fácil.
No vamos a negar que esta vez hemos perdido los dos: yo te eché de menos cuando aún estaba contigo, pero no dudes que pronto lo harás tú, cuando te des cuenta que puede que te quieran mejor, más no sé puede.
Y entonces será tarde, muy tarde.
Y a mí, al menos, me quedará la tranquilidad de haberlo intentado, el recuerdo de que un día te quise de verdad, la fuerza de cuando decidiste marchar.
A ti no te quedará nada,
y cuando la soledad sea
quien se acueste en tu cama,
te acordarás de mí
y entonces entenderás
por qué ya no te quiero.
Tal vez ahora entiendas
que si no quiero que vuelvas
es porque
hace mucho que te fuiste,
y el que se fue una vez,
nunca vuelve del todo.
Para la próxima vez
recuerda que tienes
que darte cuenta
de las cosas
antes de perderlas.
Que te vaya bonito.
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